Miguel Gil's profile

París, te amo.

"L' anamour"
Serge Gainsbourg
"Orang Outang"
Jane Birkin
"Una femme est una femme"/ "Tu t'laisser aller"
Jean-Luc Godard/ Charles Aznavour
"Super Mario Bross Theme"
Koji Kondo
"High State of Consciousness"
Josh Winks
"She is in parties" 
Bauhaus
"La gadoue"
Petula Clark
"Diamond Dogs"
David Bowie
"Libertine"
Mylene Farmer
"Waiting for the man"
The velvet underground
"Goodbye Horses"
Q Lazzarus
"Arrebato"/ "Marcha funebre de Sigfredo"
Ivan Zulueta / Richard Wagner
Durante mi primera visita a París, en 2010, uno de los rollos de película se veló, posiblemente a causa de los rayos X del control del aeropuerto.Casualmente era el carrete que contenía las imágenes que había tomado en Notre Dame. 
 
Con el incendio de la catedral, todo tomó un macabro sentido para mí. ¿Eran estas imágenes veladas una profecía de lo que iba a ocurrir? ¿Alguna fuerza mística había poseído los viejos carretes Fujifilm para anticipar este hecho? Seguramente no, y estas preguntas supersticiosas surgían de la propia ontología de la imagen fotográfica.
 Roland Barthes en “la chambre claire” reflexiona sobre la capacidad de “la imagen” para sobrevivir al referente (la imagen fotográfica – que no la fotografía- permanece inmutable, no envejece, no enferma, no se destruye). Fruto de esta característica de representar siempre una realidad pasada y acontecida, nace su capacidad premonitoria, al ser un testimonio de los cambios que experimenta el referente fruto del paso del tiempo y que nos recuerdan de manera constante y nostálgica, la propia muerte del referente fotografiado.
En una de mis películas favoritas, Arrebato ( Zulueta, 1979), el joven director Pedro P. , se obsesiona con unas veladuras en las cintas de super 8 de las películas que realiza, en las que advierte una especie de mensaje proveniente del propio arte cinematográfico.
 Esta psicótica y onírica reflexión, en un principio producto de su adicción a la heroína, resulta ser real y toda la película deviene como una analogía sobre el poder vampirizante y casi premonitorio de la imagen fotográfica. 
"Bela Lugosi is dead"
Bauhaus
Las capacidades llamémoslas “mortuorias” de la imagen surgen casi desde sus inicios (era una práctica habitual durante el periodo victoriano fotografiar cadáveres, como una forma de hacer perdurar la esencia de la persona fallecida más allá de la putrefacción de la carne). Sus capacidades místicas seguramente están relacionadas con las tecnologías que las preceden (todas las cámaras fotográficas no dejan de ser la evolución directa de la cámara lucida, un complejo juego de espejos y ópticas que permitían la realización de pictogramas a lapiz y de la cámara obscura, un principio físico basado en la difracción de la luz que permite la obtención de imágenes momentáneas). 
Estas capacidades parecen seguir teniendo un peso importante en la sociedad contemporánea: 


 
La tumba de Jim Morrison (quien murió a los 27 años y es no solo recordado por su música sino sobre todo, como prototipo de estrella y sinónimo de juventud y belleza) aparece rodeada de retratos del artista, a diferencia de lo que ocurre en las tumbas de Julio Cortazar o Serge Gainsbourg, donde parece que el epitafio y el conocimiento de la presencia del propio cuerpo son suficientes para escenificar su presencia.
La propia cosmovisión del capitalismo, ha mercantilizado el derecho a la imagen. Las imágenes tomadas en espacios públicos suelen plantear dudas morales sobre la legitimización del fotógrafo a tomarlas y nos obligá a replantearnos la pregunta de a quien pertenecen las imágenes ¿a quién las toma o a quien aparece en ellas? Esto no solo afecta a las personas, también a los monumentos, produciendo situaciones legalmente extrañas como que se puedan comercializar libremente imágenes de la torre Eiffel con la iluminación apagada- al haber transcurrido más de 100 años de la muerte de Gustave Eiffel- e impidiendo la comercialización de imágenes con la iluminación encendida al seguir existiendo una propiedad intelectual sobre la misma. 
Este reconocimiento legal a la imagen como entidad jurídica parece legitimar el rapto que mitológicamente se atribuye al acto fotográfico y reforzar supersticiones sobre el poder vampirizante que se le otorga a la cámara y al medio fotográfico.
"Tanguillo de cadiz (Testamento gitano)"
Canción popular
París, te amo.
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