Mi experiencia en Hacerse la Crítica fue muy nutritiva a nivel profesional. Pude codearme con grandes escritores a los cuales leía y admiraba como Marcos Vieytes (Director y creador de la revista), Eduardo Rojas y Roberto Pagés quien fue mi mentor en la crítica cinematográfica siendo el una institución en la materia junto a los 3 mejores Críticos de la Argentina del 70´s (Rodrigo Taruella y Angel Faretta). De Faretta me impacto su capacidad analítica a la hora de desglosar un film, su capacidad de profundizar en los segundos o terceros niveles de lectura en donde toda obra de arte dialoga con la sociedad. De Taruella siempre envidie su capacidad poética a la hora de transmitir y comunicar, transformaba una simple reseñana en una obra literaria en si misma, ejercicio critico y literario que únicamente lograron él y Cabrera Infante. Y de Roberto Pagés me llevo la más bella experiencia de compartir historias y anécdotas que me sirvieron como consejos para la escritura. El entender que cada vez que uno comunica cuenta una historia, su historia, en donde pone su visión del mundo. Entendí que cada nota era un cuento y fue en ese momento en donde empece a disfrutar de la escritura, tanto como disfruta leer sus cuentos cinematográficos sobre De Palma o Scorsese.
También conocí a grandes redactores, que me ayudaron a crecer profesionalmente como Ignacio Izaguirre y Soledad Bianchi.
Hacerse la Crítica nace como un proyecto en donde muchos redactores de El Amante Cine dejan la revista por diferencias de criterios con el entonces director Gustavo Noriega, creando un espacio nuevo en donde las ideas no eran censuradas y se podía expresar libremente. Un espacio comprometido con las ideas y la pluralidad de voces.
También conocí a grandes redactores, que me ayudaron a crecer profesionalmente como Ignacio Izaguirre y Soledad Bianchi.
Hacerse la Crítica nace como un proyecto en donde muchos redactores de El Amante Cine dejan la revista por diferencias de criterios con el entonces director Gustavo Noriega, creando un espacio nuevo en donde las ideas no eran censuradas y se podía expresar libremente. Un espacio comprometido con las ideas y la pluralidad de voces.
