Tenochtitlan surge a partir de la convivencia con la comunidad del huerto urbano Benita Galeana; identificamos un desbalance ecológico propiciado por la poda regular de la maleza por parte de la alcaldía, ocasionando la desaparición de las colonias de polinizadores; como solución desarrollamos una simbiosis entre polinizadores y personas con nuestras bioesculturas impresas en 3D, gracias a su forma genera un microambiente propicio para el crecimiento de hongos, microorganismos y plantas locales, su función es crear un espacio que resguarde a los polinizadores y les permita seguir viviendo ahí durante mucho tiempo. Algunos de los beneficios es el aumento de polinizadores dentro del espacio, aumento en la producción de vegetales y reducción natural de las plagas.
Otra de las problemáticas es el uso excesivo de plásticos de un solo uso; planteamos una nueva forma de aprovechar los desechos orgánicos que genera el huerto, proporcionamos el conocimiento a los usuarios para que ellos puedan crear sus propios insumos a partir de biomateriales. Uno de los beneficios es reducir drásticamente la muerte de las plántulas al momento de trasplantarlas y la eliminación de macetas de plástico
La importancia de valorar y mantener los saberes de los "abuelitos" que asisten al huerto, nos llevó a registrar, almacenar y distribuir por medio de nuestras redes sociales el conocimiento ancestral que todas las personas comparten dentro de este espacio durante las clases teóricas, hicimos pequeñas entrevistas para mostrarle al mundo una visión diferente del pasado. El conocer el pasado nos da una nueva visión para el futuro, la democratización del conocimiento es importante y eso fue lo que hicimos al subirlo a la red.
