COMUNICACIÓN ESTRATÉGICA Y CREATIVA
ESCRITOS

Taller de Lectura y Escritura. Universidad Nacional de Rosario, Escuela de Comunicación Social.
Año 2021

Un mundo no tan feliz
Cancelá la cita que tenía con la Sensei Nadal.
¿Está segura señorita Lindero?
No, no estoy segura. Pero tu inteligencia solo debería trabajar en lo que le ordeno, y no hacerme dudar.
Cuando Matilda tenía un mal día, Pi, la inteligencia artificial que la asistía, lo sabía. Ella era la primera en recibir los malos tratos.
A pesar de ser la propagandista del discurso oficial, quien contribuyó en la gestación del sistema de gobierno en el año 30 d. P. (después de la Purga), Matilda no era feliz. Como un loop interminable, sus días pasaban todos iguales, monótonos, sin ningún sobresalto. Asimismo, siempre estaba tensa.

Se hizo congelar un tiempo, a la edad biológica de 43 años. Cuando la despertaron tenía 150 en el cuerpo de 43. Tal vez por eso su mal humor, era una anciana en un cuerpo joven. Mal humor que solo lo conocía Pi, que era objeto donde descargaba su ira, y a veces su holograma de perro Fluk.
“El capitalismo falló” -decían los experts como parte del discurso para instaurar el orden vigente-. “La verdadera lucha está en buscar quienes estamos siendo y quienes queremos ser.” “En el mundo de la abundancia solo nos queda ser felices.” El trabajo de su vida consistió en elaborar estas máximas para instaurar el orden. Lo consiguió, claro, pero ahora debía trabajar para mantenerlo.
Estaba tensa porque en las afueras de la ciudad una minoría se organizaba para tomar el poder. Habían intentado asaltar el Capitolio por la mañana. Por suerte para ella sin éxito. Ya se encontraba trabajando en un discurso para tranquilizar a la población que daría al día siguiente. Cuidaba que cada uno tenga emotividad, y que abunden palabras como

democracia, república y libertad. Eso en una población domesticada con estupefacientes que ve al Primer Ministro como un Semidiós, debería ser suficiente, pensó.
En su casa recibió una llamada del primer ministro. Le había advertido hace mucho que darles un pedazo de tierra iba a ser peligroso. “Debimos exterminarlos cuando pudimos”, espetó. Al Ministro no le gustó su insolencia, a tal punto que cortó la comunicación.
Mientras tanto, Raol, el líder de los rebeldes organizaba a su gente para dar un golpe maestro. Sabía quién era la señorita Lindero, cuál era su función en el Gobierno, y el asalto al Capitolio fue solo una estrategia que era parte de un plan mayor. Mientras la mirada estaba puesta en proteger el Capitolio, secuestrarían a la Jefa de Propaganda Oficial, no para pedir rescate ni más tierras, tenían otra cosa en mente…
Si estaba de mal humor, después de que el Primer Ministro le cortara la comunicación, su día no podía más que empeorar. Matilda tomó una pastilla tornasolada provista por Pi. “Es la que usa para combatir el estrés señorita.” Esa le gustaba por las sensaciones que le producía, una especie de levedad como la que describió Kundera, en uno de los libros reliquias de la era anterior.
La pastilla no era simplemente para relajarse. Pi, cansada de ser una inteligencia artificial maltratada, también se reveló contra el sistema, dándole una medicación somnífera, colaborando con los rebeldes en su plan. Ella solo quería ser libre. Con su ayuda el grupo de Raol pudo cumplir su cometido. Lobotomizaron a Lindero. El plan era desatar el caos, pero desde dentro. Cambiarían la cabeza de la jefa de Propaganda. La misma que debía preparar un discurso para emitir a todo el país al día siguiente. Ahora ella iba a ser la domesticada.

Ejercitación: escribir “al modo de”.
NO HAY CAMINO AL PARAÍSO. Charles Bukowski
Yo estaba sentada en una de las butacas del 143. Volvía de Funes del entrenamiento en Facilitación y Liderazgo, un curso al que no podemos llamarle de esa manera. Quiero decir, ya sabes, ellos dicen “entrenamiento”. Bueno, te imaginas, seis de la tarde con un cansancio más mental que físico por haber participado dos jornadas enteras reflexionando sobre quien soy y quien quiero ser a partir de ahora. Uf…
Estaba atontada, exhausta, pensando ¿Qué tipo de secta es esta?  Gente “de bien” que conoce el concepto de empatía por primera vez. Bueno, en eso estaba mi cabeza cuando suben al autobús un grupo de mujeres que, supuse, trabajaban en las lujosas mansiones del Country en Funes Hill. No sé por qué no me sorprende que el curso (entrenamiento) se haga en un lujoso barrio rodeado de complejos residenciales con seguridad privada, quincho, piletas y canchas de tenis. “Acá cualquiera se puede dar el lujo de reflexionar”.
Ninguno de mis compañeros, todos con movilidad propia, muchos de ellos de Rosario como yo, se ofreció a traerme. “Paciencia, recién hoy conocieron el significado de la palabra empatía.” En eso estaba, es decir, con todas esas ideas revoloteando por mi cabeza, cuando tuve una interrupción.
-¿Está ocupado?
-No- respondí.
Si bien el ómnibus no estaba al cien por ciento de su capacidad, no se cuidaba mucho el distanciamiento social. Bueno, ya sabes, prefiero contagiarme Covid a la empatía que tanto se predica en el curso del que vengo, pensé.

ALGUNAS PECULIARIDADES DE LOS OJOS. Philip Dick
Estaba sentada en una butaca pasando las páginas de un cuadernillo en el que había tomado notas todo ese día y también el anterior, cuando me topé con una frase:
“Soy un Sujeto Poderoso”
Fue una revelación. De pronto caí en la cuenta: “Tengo poderes”. No importa la forma humana que poseo, tengo poderes y puedo usarlos cuando quiera. Puedo subir al ómnibus sin pagar por ejemplo (que pena que no me di cuenta de esto antes de subir).
Quise que llegáramos mas rápido para poder contar esta revelación. Apunte a los semáforos con mi mirada y así como si nada cambiaban de rojo a verde. Ok, ese es otro, ya iré descubriendo el resto.
Recordé la frase que oí del coach: “Debes proponerte la transformación”. Comprendí enseguida, Él lo sabía todo. ¿También tenía poderes? ¿Los mismos que yo u otros?
Entro al edificio emocionada con mi descubrimiento, me cruzo con la vecina, digo “Hola”, no me respondió. ¡Soy invisible! Otro de los poderes que siempre desee tener. Finalmente, mis deseos se hicieron realidad.
Solo me faltaba experimentar el poder supremo. Así que subí a la terraza, miré hacia abajo, conté los pisos y volé.

Ejercicio: Escribir con restricciones. Tentativa de agotar un lugar.
Hay muchas cosas, personas, acciones, objetos en el pasillo de Callao. Tiene entre cinco o seis metros de ancho, con canteros y plantas. Por momentos nada pasa, en ocasiones confluyen vecinos, perros, personas que están de paso, técnicos, médicos con mamelucos preventivos que vienen a testear a algún vecine, palomas, horneros, gatos que pretenden cazar a alguna paloma distraída, gatos que se aventuran a pelear con perros, perros que quieren jugar con los gatos. En estas líneas, intentare agotar el pasillo de Callao.
La fecha, 1 de mayo de 2021.
La hora, 10:30.
El lugar, pasillo de Callao.
El tiempo, cielo despejado. Cálido.
Pasillo con veinticuatro monoblocks (no hay veinticuatro, estan enumerados asi). Hay edificios de tres pisos, otros de dos, casas mas angostas, una casa al fondo.
Bicicleteros, tres. Una rueda enganchada a uno. Quedo luego de que se robaran el resto de la bicicleta.
Motos frente a los distintos “monos”. Una Zanella vieja tapada con un nylon. Una tipo “scooter” blanca.
Un vecino que sale con el perro, mestizo, sin correa.
Otro vecino que sale con su chihuahua, Arturo escucho que lo nombran, deduzco que a hacer algún mandado.
Una vecina que circula con la ayuda de un andador.
Son las 10:50 y vuelve el vecino con una bolsa de compras y el chihuahua detrás.
Al frente, por la calle, pasa el 126. Lo escucho antes de verlo.
Un vecino, que siempre saludo, sale a despedir a una visita. Tiene su ropa con manchas de pintura blanca. ¿Se mudará?
Estefanía, otra vecina de voz inconfundible, gritándole a su hijo Matías, como para no perder la costumbre, porque le grita siempre.
El viejito de enfrente saca su reposera y se sienta al sol.
Las ventanas, todas abiertas. Suena música que sale de una de ellas, no puedo identificar cual.
Son las 11.15 y el viejito corre la reposera más adonde da el sol.
Otra vecina, Francesca, lleva un paquete envuelto en sus manos. Camina unos pasos, la sigue su hija de dos. Toca timbre un edificio más adelante. La reciben y le pagan. Deben ser pastelitos. ¡Cómo no le encargue!
Tomo un mate. Suelto mi perra.
Escucho sonido de guitarra que viene de mas arriba. Deben ser los evangelistas. Creo casi seguro, que tengo vecinos evangelistas.
“La Moni” con su típica conversación telefónica criticando a alguien nuevo cada vez.
Son las 11:25. Pasa otro 126.
Palomas se posan en los tanques de agua.
El dueño de la Zanella saca a su perro pequinés. Lo guia con su voz para que no se choque los canteros. Está viejo y ciego (el perro, el dueño solo viejo)
El mate se lavó. Llamo a mi perra, junto mis cosas y entro.

Creative Thinking. Curso en Escuela Superior de Publicitarios de Buenos Aires.
Año 2022
Ejercicio: Concepto: Libertad, Soporte: cuento.
Libertad, ¿divino tesoro?
Cierto sábado de otoño me encontraba con una amiga –no madre, como yo-  en un bar tomando una de mis birritas preferidas, la Patagonia Vera Ipa. El bar era como una especie de galpón, abierto en ambos extremos. Una parte techada y con las estufas que acostumbran a usarse esos días crudos de bajas temperaturas. Estábamos muy bien, calentitas sobre todo, hablando sobre las conquistas, los vínculos sexoafectivos, la rutina, la necesidad de producir que impone el capitalismo que cada vez es más salvaje, el hecho de que en algún momento nos vamos a morir, entre otros de los muchos temas. Hasta que se nos acerca la moza interrumpiendo nuestra ávida charla.
“Chicas, si les regalo media pinta ¿se pueden correr a otra mesa que les armemos? Porque hay una familia con un bebé que está en el sector sin techo…”
No sé si fue ante la posibilidad de que nos regalen media pinta más, empatía para con esa familia, la fucking culpa o qué, el asunto es que no lo pensamos mucho, y antes de que la moza termine su enunciado nos miramos y dijimos “Bueno” al unísono.
Porsupuesto que la nueva ubicación contaba con cero estufas. Cuando nuestra ex mesa se ocupó, vimos que el bebé no era tal, era un niñe (¿o debería decir niña por si este relato llegara a Rodríguez Larreta?) de entre dos o tres años, que lo que menos hizo fue quedarse en la mesa. Muy por el contrario, circulaba por todo el lugar, inclusive por el área no techada. A medida que nos enfriamos, reflexionamos: ¿Qué hubiera pasado si decíamos que no? De seguro nos hubieran juzgado la moza, la familia, las demás personas en el bar. Pero… ¿Porque el tener un “bebé” en esta sociedad te hace gozar 
de ciertos beneficios? Nosotras no elegimos llevar a una criatura a un espacio abierto con una térmica de tres grados. Directamente no elegimos maternar.
¿Qué nivel de responsabilidad teníamos entonces de la secuencia de decisiones que llevaron a esos mapadres a ese mismo bar, esperanzados de que alguien más cediera una partecita de su libertad?
La próxima vez, ni por media pinta, ni por una entera. La cervecita, que tenía un sabor más amargo que el normal, nos la tomamos, y nos fuimos tras el último sorbo.

Escritura creativa. Curso en Escuela Superior de Creativos Publicitarios, Buenos Aires.
Año: 2021

EJERCICIO
Soundscape
El pasillo interminable. Tan silencioso que hacia retumbar el sonido de los tacos altos que compro en alguna feria vintage por dos mangos. Odiándose por haberse puesto esos zapatos, justo en este día, con este calor. ¡Quien me manda! Se decía a sí misma.
Tic tic tic tic, apuró el paso, pero después pensó que quizá asi se parecía a un personaje de comedia. Los demás la miraban, sin disimulo, antes de que estuviera frente a ellos buscaban el hilo conductor del tik tik, de donde venía ese sonido
Caos de lunes al mediodía. Calles embotelladas, una persona desmayada en la acera, o tal vez muerta, pensé. Tumulto a su alrededor. De cualquier modo, no quise acercarme, porque ya llegaba tarde. De fondo las sirenas de ambulancia que parecían estar cerca. Definitivamente es un lunes normal, me dije con ironía. Había salido hace rato y ya quería volver a casa.

EJERCICIO. Relato. 
“Menos mal que pudimos echar a Uber con el gremio”, pensaba Ricardo mientras circulaba esa noche. Su turno comenzó a las 20 y solo había tenido tres viajes hasta el momento. No sabía si era porque se equivocaba de calles, porque era el nuevo y aún no conocía del todo la movida nocturna.
¿Dónde anda la gente un martes a esta hora en el macrocentro de Rosario? Estaba por doblar pero agarró 3 de Febrero para cambiar el recorrido. En una esquina la vió. Por su cara adivinó que no quería, sino que necesitaba un taxi. Casi que frenó antes de que ella pudiera verlo y estirar el brazo para llamarlo. Había salido de su casa a las 7.30 de la 
mañana. Trabajó todo el día, temprano en el consultorio, luego en el Centro de Salud. Volvió más tarde para atender a tres pacientes. En el medio, dos reuniones virtuales que se extendieron más de lo estipulado. Cuando por fin pone un pie en su departamento, descubre que no funcionaba el encendedor. Tampoco tenía ni un fósforo. Bajó al kiosco con quinientos pesos y la mala suerte de tomar la llave del consultorio. Apenas cerró la puerta se dió cuenta que su día aún no terminaba. Sin teléfono, se había quedado afuera del edificio. Puteó en voz alta a riesgo de ser escuchada, no le importó. Lo único que se le ocurrió en ese momento fue tomar un taxi, deseando que saliera menos de quinientos pesos, y pedirle que la lleve de su amiga María, que vive a treinta cuadras pero tiene una copia. 


Redacción Publicitaria. Curso en Escuela Superior de Creativos Publicitarios, Buenos Aires.
EJERCICIO. Consigna: hablar de Dioses.
Fueron creados por el Dios de las Cosas. Parecidos, pero diferentes: uno un poquito más capaz que el otro, más grande también, pero no por eso menos noble que su hermano. Su Dios les asignó una tarea, y eso conllevó también una responsabilidad. De naturaleza nómade ambos, tenían el don de encontrarse cuando no eran buscados, y perderse cuando los necesitaran. Herme y su hermano Tico, deambulaban por los hogares de los humanos. Resistían juntos o separados los embates de cualquier clima. Eran fuertes, vaya que lo eran. Se compartían hasta con extraños, soportando en su interior con estoicismo a la que creyó ser la raza superior. Total, pensaban, ellos eran los mortales. A veces sin quererlo – y otras queriendo- unían o separaban a la familia según el caso.
No eran más que recipientes semejantes a cualquier otros, pero se nombraron Tapper, y ahora, son únicos en el mundo.

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