EL PLANETA MOLINA
por Juan Astorga Junquera
In a gadda da vida, baby
(In the Garden of Eden)
In a gadda da vida, Honey
Don't you know that I'm lovin' you
Oh, won't you come with me
And take my hand
Oh,won't you come with me
And walk this land
Please take my hand…
Iron Butterfly - In A Gadda Da Vida
La cantidad de retratos hechos por los artistas es inmensa. Siempre que haya un artista y una personalidad existirá un retrato. Y de todo esto, artistas y personalidades, siempre hay, renovados por las generaciones, como hojas de un árbol caducifolio. Así es que los retratos representan el espíritu de cada generación. Y si queremos saber cómo eran sus costumbres predominantes, sus emociones comunes o sus gestos más seductores, solo tenemos que buscar los retratos para contemplarlos. O podíamos, mejor dicho, hasta el nacimiento de la fotografía hace ya 200 años.
Es muy interesante el efecto que produjo en las artes plásticas la aparición de una máquina que hace
retratos automáticamente y además tantos como queramos. Muchos artistas retratistas perdieron sus
trabajos ante los fotógrafos, que cada vez más eran llamados para inmortalizar un individuo o un grupo,
y para sobrevivir se volvieron fotógrafos. Hoy todo mundo ha hecho, o le han hecho, una foto. El mundo
entero está duplicado en imágenes fotosensibles. Basta ver Panoramio, para conseguir una foto de
cualquier lugar por más recóndito que sea.
No es ni siquiera necesario que lo retratado sea importante, destacado o trascendente, si no afíliese a
Instagram y lo constatará, a lo mejor participando con su propia dosis de fugacidad. Imágenes por doquier,
pueblan nuestro mundo sensible, más allá de toda creencia e iconodulía. Todos somos ya artistas de la
imagen, y además hay artistas robots o informáticos que también hacen imágenes por encargo y al gusto.
Si quiero un retrato busco un programa informático o lo mando a hacer en línea con solo enviar una fotografía.
Entonces pensará usted, por qué esta parábola sobre la importancia del retrato artístico, supuestamente para
promover un artista que hace retratos, para terminar reconociendo que hoy cualquiera los puede hacer o
encargar. Fácil, explicablemente el arte subsiste en medio del furor técnico y, entre infinidad de artefactos,
siguen apareciendo los artistas, aquellos que los usan de una manera que todos imitamos después.
Veamos, hay una tecnología asociada con cada aparato, y cada tecnología puede ser entendida como una
preceptiva de transformación, precisamente en el sentido en el que transformación quiere decir cambio de
forma. En el arte esto es un modo de hacer que implica una capacidad de dar nuevo uso, mediante – por
supuesto – una tecnología, a no importa cual materia, cual tema, cual género. El retrato otra vez: por que no?
Y es lo que hace Miguel Molina con sus retratos: transforma todo lo que mira con sus aparatos, y más veces
de las que imaginamos con sus manos, en objetos nuevos. Ya que esta vez, los retratos no son el “producto”,
sino parte de él. Es decir son imágenes que van y vienen de físico a digital y se actualizan en varios
productos ya sean artesanales o de consumo masivo, como estuches para dispositivos moviles, textiles,
esculturas funcionales, juguetes.
Molina transforma todo lo que mira en habitantes de otro astro. Un mundo entero de seres (humanos,
perros, gatos, caballos, pájaros, gallos, signos zodiacales), caen en su mira y los transforma en imágenes,
conceptos, marcas, usos, sonidos, plenos de sicodelia y humor. Es un artista talentoso, inclasificable,
multimedial y multifacético. Pero una cosa podemos decir de su obra: abre otra vez las puertas de la
percepción (The doors of perception), aquellas que permitieron la transmigración que pobló nuestro
mundo de objetos de inusual belleza que "manifiestan el alma".
Nos recuerda – trae de nuevo al corazón de la historia del arte- los mejores momentos de los artistas
de la generación del arte contracultural, libertario y pacifista de los setenta, lleno de esperanza por un
mundo mejor, basado en la paz y el amor. Su obra es tan contemporánea y optimista como nostálgica.
¿Quién hoy no quisiera estar caminado en el olvidado Jardín del Edén, alegremente tomado de la mano;
aunque sea como colorido retrato, fosforescente y serpentino, habitando el Planeta Molina?
Juan Astorga Junquera
CURADOR
EL CIELO, Espacio de Arte. Mérida, abril del 2013
EL CIELO, Espacio de Arte. Mérida, abril del 2013